domingo, 15 de febrero de 2015

Breve presentación de una docenas de cambios en la familia



1.  LA  FAMILIA  CRISTIANA  HOY – Benjamín  Forcano
Pensamiento moderno y conciliar sobre la familia cristiana


-        Basado en el matrimonio, el modelo de familia según el Concilio no tiene como finalidad primaria la procreación, sino que es “una comunidad íntima de vida y amor”, con plena razón de ser aun cuando falte la descendencia. La paternidad responsable hace que los esposos puedan elegir medios contraceptivos (no abortivos) que les permitan asegurar su amor cuando éste es el valor mayor y entra en conflicto con otros valores.

-        La indisolubilidad no aparece en el Nuevo Testamento como un valor absoluto inderogable en toda pareja, sino como un ideal al que hay que tender. La economía salvadora de Dios sabe compaginar la misericordia con la fragilidad y limitación humanas, entendiendo que el ideal es muchas veces enemigo de lo mejor. El matrimonio civil es el único que estuvo vigente en la Iglesia durante siglos. La apropiación que de él ha hecho la Iglesia para administrarlo entre católicos, no niega el matrimonio como realidad natural, creada por Dios, del que derivan propiedades que no desaparecen en el matrimonio cristiano. El amor, inspiración fundamental, es la misma en ambos y autoriza a mantenerlo como cristiano cuando surgen fallos irrecuperables y puede tener, entre contrayentes cristianos, significado cristiano aun cuando la ley lo relegue a matrimonio civil.

-        La cuestión del aborto, con determinación del momento en que hay vida en el proceso de la concepción, no pertenece al dogma ni a la fe; es una cuestión humana que hay que dirimir con la ayuda de las ciencias. Todos estamos a favor de la vida, pero observando los pasos necesarios antes de concluir cuándo se da esa vida. Una hipótesis científica, hoy bastante generalizada, afirma que el embrión no es individuo humano sustantivizado hasta las ocho semanas.

-        La homosexualidad es también un problema humano, sobre el que no hay normas cristianas específicas. Es, en todo caso, un hecho existente en todos los pueblos y culturas y, en la actualidad, ya no se la puede calificar de enfermedad, anomalía o perversión, sino que puede ser considerada una variante legítima, aunque minoritaria, de la sexualidad humana.

-        Una sociedad democrática, con gobierno democrático, tiene poder moral para debatir estos temas y darles democráticamente un estatuto jurídico con leyes oportunas. El matrimonio entre homosexuales no es equiparable ciertamente -por su imposibilidad de tener hijos biológicos- al matrimonio tradicional, entendido éste como matrimonio entre un hombre y una mujer, pero sí es un proyecto de vida entre dos personas, que pueden ejercer una paternidad-maternidad fecundas en otros aspectos.

-        La condena de la masturbación se ha basado en el supuesto pre-científico de creer que el varón con el gameto masculino era la causa total de la vida, y frustrarlo equivalía a frustrar una nueva vida. La valoración de la masturbación parte hoy de otros planteamientos.

-        Es una abstracción partir de que, en la educación de los hijos, el derecho pertenece en exclusiva a los padres. El derecho a ser educado es de los hijos y, en una Escuela, Sociedad y Estado democráticos, ese derecho es compartido de diversa manera por unos y por otros. Tan es así que no son pocos los casos en que, ante el abuso o irresponsabilidad de los padres, intervienen instituciones sociales o el mismo Estado para asegurar la salvaguarda de ese derecho.

-        En una sociedad democrática, plural, el contenido educativo se extrae básicamente de la naturaleza de la persona, que incluye propiedades, objetivos y consecuencias que atañen a todos, independientemente de la religión que se profese o de que no se profese ninguna. Las exigencias morales de una u otra religión no son materia para proponer a todos mediante leyes vinculantes.

-        Un Estado democrático no podrá negar nunca el derecho a la libertad religiosa: ser creyente, serlo de una u otra religión, no serlo de ninguna. Pero ningún creyente o ateo podrán exigir que su fe sea impuesta a los demás por el Estado mediante legislación concreta.

-        Las leyes en una sociedad democrática se debaten, se aprueban en el Parlamento y se promulgan por el Gobierno. Atendiendo a la racionalidad y ética humanas civiles, esa sociedad democrática puede legislar las leyes que considere más justas y oportunas sobre temas humanos, incluidos los del aborto, divorcio, etc. En la preparación de esas leyes, los católicos tienen todo el derecho del mundo a intervenir con cuantos argumentos crean conveniente.

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