lunes, 22 de febrero de 2016

Año de la Misericordia: PASTORAL DE ENFERMOS Reflexiones y Guías



P A S T O R A L    D E    L O S    E N F E R M O S



I N T R O D U C C I Ó N


Todos pasamos por la enfermedad, porque es signo de nuestra condición humana mortal. Pero no por eso, hay que resignarse pasivamente. Más bien hay que enfrentarla y combatirla. Cuando no se la puede destruirla, asumirla es otra manera de dominarla. Para ayudarnos mejor a entender todo esto, tenemos que mirar cómo Jesús, por una parte enfrentó y destruyó la enfermedad y, por otra, asumió el dolor humano, triunfando de ellos y manifestando así el Reino de Dios. Jesús aceptó el sufrimiento para solidarizarse con nosotros y hacer de esta cruz un camino de resurrección. De esta manera, nuestro servicio a los enfermos será portador de alivio y esperanza.


CONTENIDO

1.     Realidad y causas de la enfermedad
2.     Profundización: Reflexiones y aportes de la fe
3.     Compromisos y tareas
En cada parte van unos comentarios y unas guías para reuniones de grupos.
 
 
CEBs de Guayaquil, septiembre de 2003.



 Primera  parte :  REALIDAD  Y  CAUSAS  DE  LA  ENFERMEDAD.



A. TESTIMONIO DESDE LA ENFERMEDAD


            Yo he visto pasar muchas veces la enfermedad a mi lado. Pero, experimentar en uno mismo la enfermedad es otra cosa. ‘Como de lo vivo a lo pintado’, hoy el enfermo soy yo.
            ¡Ay, este cuerpo! Tan dócil y sumiso que ni lo sentía, se me ha desbocado como si lo montara un jinete desconocido. El corazón parece que se me sale del pecho. Jadeo más que respiro. La fiebre me amenaza y martilla en mis sienes. El dolor me desgarra. Se me confunden los sentidos. Las ideas se me nublan. Los órganos se niegan a cumplir su función. Las piernas no me sostienen. Los pies se resisten a caminar. Y esta angustia, este desosiego, esta intranquilidad…
            Como un animal herido se retira hacia su guarida, me veo obligado a dejar el centro de la plaza de la vida para encerrarme en este cuarto y caer sobre esta cama. A tan limitado horizonte, se me ha reducido para mí el ancho mundo. Me siento como un presidiario.
            ¿Es esto vivir? Vivir es moverse, ejercer un papel, ser útil para algo. Hasta hace poco, yo era alguien importante con quien había que contar en el trabajo, en la recreación, en el barrio, en la familia. Ahora la vida sigue y sigue, pero sin cantar conmigo. En cambio yo no puedo vivir sin contar con los demás. Hasta para cambiar de postura necesito las manos sacrificadas de los míos. Los míos: ¡qué buenos son! Hacen todo lo que pueden y más de lo que pueden. Pero es tan poca la realidad: El enfermo soy yo. Y yo sólo tengo que padecer la enfermedad.
            La vida es anhelos e ilusiones: Tenía tantos proyectos y planes tan risueños que hacían la lucha diaria por la vida. De repente se me han caído de las manos, hechos pedazos como una vajilla de cristal rota. Ya no me ilusionan ni me importan. Toda mi atención está centrada en este dolor, en estos órganos que no marchan, y mi único deseo es curarme.
            La vida es fuerza y seguridad. Hasta ayer tenía una salud de hierro. De repente una arenita, una nada ha venido a demostrar que los pies del gigante eran de barro. Mi vida era un río impetuoso. La enfermedad, como una acequia repentina, me ha convertido en un hilito de agua, amenazado de ser tragado por la tierra reseca. ¡Qué poca cosa!
            Al llegar la noche me pregunto: ¿Veré la luz del día? Al amanecer me digo: ¿Llegará mi noche antes de la noche? Y esta angustia, esta nausea, este dolor: ¿hasta cuándo? A veces, desesperado llamo a la muerte que corte de una vez este vivir muriendo.
            La vida, sin embargo, es tan amable, y el deseo de vivir tan fuerte que me agarro como un náufrago a su tabla, a la vida que aún tengo. Pero yo no soy el que dispongo de mi vida, ni soy yo el dueño de la muerte. Sólo tú, Dios mío, eres Autor de la vida y Señor de la muerte. Tú eres la felicidad. Cuando quiero vivir, cuando invoco la muerte, es a ti que invoco y a quien llamo: ¿No me oyes? ¿Hasta cuándo seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro, Señor?

B. LA DOLOROSA REALIDAD DE LA ENFERMEDAD


  1. El sentido de la salud
      Antes de hacer unos comentarios sobre la enfermedad, miremos lo que es la salud. La salud es mucho más que una ausencia de enfermedades. La salud es el estado compuesto de 3 dimensiones ligadas entre sí:
-        El bienestar físico o sea un cuerpo robusto,
-        Una mente sana, o sea, un espíritu animoso, y
-        Unas relaciones armoniosas con los demás.
Una mala salud mental se manifiesta no sólo por una vida desordenada, sino también por la falta de valores humanos para conducirnos en la vida, la ausencia de un proyecto de vida, una vida sin sentido, la pérdida de espiritualidad y de dimensiones religiosas. Igualmente reflejan una mala salud mental un corazón duro, el desprecio a los demás, el individualismo, los resentimientos, la negativa de perdonar, la agresividad y la violencia, la ausencia de honestidad, de fraternidad, de ilusiones, de utopía. La buena salud depende del haber dado un rumbo y un sentido a nuestra vida.
De esta manera, estar en buena salud depende de nuestro estado general: de nuestra manera de alimentarnos, pensar, vivir, recrearnos y relacionarnos. Cuando decimos: ‘Está persona no anda bien’, nos podemos referir a estos 3 aspectos: lo físico, lo mental y lo social.

  1. La enfermedad es un desafío
Vamos a ver cómo la enfermedad es algo negativo porque nos limita, nos hace sufrir y nos destruye. Por esto debe ser combatida y no soportada como supuesta voluntad de Dios. Por otra parte, la enfermedad cuando es enfrentada y asumida positivamente puede servirnos positivamente.

a). Aspectos negativos: La enfermedad es una ruptura de nuestra armonía personal y social, un desorden:
-        Nuestro cuerpo pierde sus capacidades normales y se crea un desajuste.
-        Nuestra mente se desvía de sus fines buenos y nos causa destrucción personal.
Por estas razones, la enfermedad nos destruye, nos aísla, nos debilita, nos limita, nos desanima.

b). Aspectos positivos de la enfermedad: Recalquemos lo positivo que puede ser la enfermedad porque nos revela otros aspectos importantes de la vida.
-        Es un aviso de que algo anda mal en nuestro cuerpo. Es la señal de que algo anda mal en nuestra manera de vivir. Es signo de debilidad, del pecado personal y social. Es una invitación a buscar las causas y las soluciones de tal situación.
-        Es también una invitación a reconocer y aceptar nuestra debilidad humana: Somos limitados, débiles, imperfectos, mortales. Y hemos vivido despreocupados de todo esto.
-        Es un llamado a detener el proceso de destrucción en que nos encontramos, tanto en lo físico y mental como en lo social. Hay que evaluar nuestra manera de vivir: ¿Cómo estoy viviendo conmigo mismo, con los demás, con Dios?
-        Es una invitación a descubrir el mundo de los enfermos: entenderlos, acercarnos a ellos, ser solidarios con ellos, emprender una lucha personal y colectiva contra las enfermedades. Es la posibilidad ofrecida para conocer mejor a los demás y conocer mejor la calidad de nuestra propia relación con ellos: ‘Cae a la cama y sabrá quién te ama’.
La enfermedad tiene mucho que enseñarnos si nos detenemos a comprenderla y enfrentarla positivamente.

  1. Las causas de la enfermedad
Ya lo hemos dicho un poco. Nos enfermamos por diversas razones:
-        Somos débiles, limitados, mortales, pecadores o sea malos.
-        Esta también la alimentación inadecuada, la desnutrición, la vivienda defectuosa, la mala educación, los bajos salarios que impide curarnos, en particular por la privatización de la salud. Igualmente la contaminación. Aquí tiene mucho que ver la pobreza en nos sumerge un sistema basado en el lucro y la corrupción.
-        Las relaciones familiares y sociales tienen gran impacto en la salud: ‘El amor de los padres es el mejor de los remedios para tener buena salud’.
-        El Estado no promueve este derecho de todos los ciudadanos: el cuidado de la salud, en particular de los más débiles, como los niños, las mamás embarazadas, las personas con discapacidades, las y los ancianos y ancianas. ¡Cuántas enfermedades se podrían curar si se dedicara a la salud el dinero dedicado a las armas y las guerras!
-        Nos hemos distanciado de la madre naturaleza. Hemos salido de la ley de Dios. Comemos demasiados productos industrializados: la famosa y maléfica ‘comida chatarra’ que crea cáncer, diabetes, deformaciones,…
-        Consumimos muchos alimentos dañinos o malsanos y perjudiciales, como toda clase de grasas (crema) y aceite, queso con químicos, alcohol, cigarrillos, café, cacao y té, harinas blancas. Comemos demasiada carne: Bien podríamos eliminarla totalmente, porque contiene ácido úrico. Decía Gandhi: ‘Comer carne nos hace agresivos, violentos y asesinos. Es en nosotros el llamado de la sangre derramada y absorbida’. Nos envenenemos: La sangre envenenada sigue pidiendo veneno, como el alcohol, el aceite, las gaseosas,…
-        La propaganda busca vender productos para aumentar las ganancias y no conservar o recuperar la salud.
Las consecuencias de todas estas situaciones son las enfermedades, los vicios, la vida a medias, la muerte prematura, las debilidades y enfermedades hereditarias,…

C. A LAS PUERTAS DE LA MUERTE

            La enfermedad es signo de que somos mortales. A veces vivimos como si no deberíamos nunca morir. Esto no es para asustarnos sino ubicarnos y ubicar nuestras actividades en el lugar que deben ordenarse. Pensemos que la muerte es el abrazo definitivo de Dios con nosotros, abrazo que duele, purifica y salva.

1.      Bendición - testimonio de un padre antes de morir

Ha llegado ‘la hora’, Señor: la hora de pasar de este mundo a tu casa, la hora de comulgar personalmente al misterio pascual de tu Cristo, la hora de la pasión y de la resurrección, la hora de ofrecerte la cosecha de mi vida.
Quisiera en esta hora, Señor, dejar a mis hijos lo mejor que sembraron mis manos, lo mejor que cosecharon mis brazos, y quitar de su herencia la cizaña que se escapara de entre mis dedos.
Estos son mis hijos, como cedros que crecieron mucho en su juventud. Estas son mis hijas como columnas angulares de un templo fuerte. Estos son mis hijos, el don que tú me diste, como flechas tensadas en mi arco, con que me aliaba cuando era fuerte en la vida.
Señor, he cumplido tu mandamiento primordial ‘crezcan y multiplíquense’. He amado, Señor, a mi esposa con un amor noble de varón entregado, y juntos hemos conseguido agrandar tu obra creadora. Así, gracias a ella, he venido a ser padre creador, como tú ya fuiste y ordenaste a todo ser humano que fuera. He alimentado después a mis hijos hasta hacer de cada uno un hombre y una mujer, dejándole en herencia una tarea. Así continuarán tu obra y la mía, como tú quisiste con el primer hombre.
Hijos míos, son mis obras completas. He plantado árboles, he tenido hijos. Eso basta. Es tarea de hombre. Mi memoria les dejo, mi mandamiento les doy: ‘Amen al Señor, mi Dios y a su Hijo, Jesucristo. Sean hijos de la Iglesia. Respeten mi herencia cuando me cierren los ojos. Conserven de mí lo bueno y olvídense de lo malo que yo hiciera. Cuiden de su madre desamparada en esta hora y pónganla, cuando muera, junto a mí’.
No admitan entre ustedes la discordia: Nacieron de un mismo seno. No rompan esa unidad. Ámense los unos a los otros como su madre y yo los hemos amado, y como nos ama a todos el Padre de todos, nuestro Señor Dios.
Multiplíquense en hijos, y continúen nuestra obra, a su madre y a mí, como hemos continuado la de nuestros padres. Trabajen multiplicando los talentos que, en herencia, les dejo. Yo me marcho de viaje: Trabajen durante mi ausencia.
Hagan siempre la justicia y no aplasten al pobre. Tengan mucho o tengan poco, siempre habrá quienes tengan más o tengan menos. Pongan la obra de sus manos al servicio de los demás y no admitan el egoísmo: Tengan en el banco una cuenta corriente para todos.
Sean hombres libres y mujeres dignas que ninguna pasión los encadenen por largo tiempo. Acepten en esto la corrección del hermano y el perdón del sacerdote. Sean humildes entre ustedes y pobres ante Dios. En todo tiempo obedezcan al Señor y marchen por sus caminos. En todo tiempo conserven este testamento y guárdenlo en su corazón.
Ahora, Señor, ‘según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz’, porque mis hijos han visto tu salvación que has presentado ante todos los Pueblos: Tu Cristo, luz para alumbrar a las naciones y gloria del Pueblo de los pobres.
Es hora de mi muerte: Visita, Señor, a esta mi Iglesia doméstica. Guárdala contra el maligno. Que tus ángeles custodios la defiendan y que tu bendición venga sobre nosotros, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

  1. La mejor manera de enfrentarnos a la muerte es entenderla bien y prepararnos a ella
Como la enfermedad, la muerte tiene sus aspectos negativos y positivos:

-        Aspectos negativos: El miedo y el dolor que produce. Es sentido de fracaso. La destrucción de muchas realidades y posibilidades. Es el pecado y la maldad han producido estos aspectos negativos de la muerte.
-        Aspectos positivos: Es entrega a una causa mayor que la vida. Es encuentro total consigo mismo. Es paso a otra manera de vida. Es comunión definitiva con Dios, con los demás, con el cosmos. Es camino a la felicidad plena. El sentido que damos a la muerte da sentido a toda nuestra vida.
-        Jesús nos dio el verdadero sentido de la muerte: Quitó su misterio, miedo y oscuridad. La entregó como mayor solidaridad con nosotros y en particular con los más sufridos. Fue la expresión de su mayor fidelidad a Dios. Hizo de ella un paso hacia la resurrección. ‘No me la roban, sino que la entrego. Si el grano de trigo cae en tierra y muere da muchos frutos’ (Juan 12,24).

  1. Ayudar a todos a bien morir
-        La enfermedad es una buena oportunidad para dar a entender el sentido de la muerte.
-        No parece conveniente eludir la gravedad de una enfermedad mortal. ‘La verdad les hará libres’, fuertes y responsables.
-        La presencia, la amistad, el diálogo, la oración, la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús son el mejor aliciente para preparar a enfrentar la muerte.

Para pensar, he aquí una Palabra de Jesús: 12,35-40: ‘Estén preparados porque no saben cuando venga el Hijo del Hombre’.



 GUÍAS  PARA  REFLEXIÓN  EN  GRUPO.



1ª guía: DIMENSIÓN PERSONAL Y ESPIRITUAL DE LA ENFERMEDAD


Diálogo inicial: Entender la enfermedad y sus causas. Leamos la reflexión siguiente:

TESTIMONIO DESDE LA ENFERMEDAD

  Yo he visto pasar muchas veces la enfermedad a mi lado. Pero, experimentar en uno mismo la enfermedad es otra cosa. ‘Como de lo vivo a lo pintado’, hoy el enfermo soy yo.
  ¡Ay, este cuerpo! Tan dócil y sumiso que ni lo sentía, se me ha desbocado como si lo montara un jinete desconocido. El corazón parece que se me sale del pecho. Jadeo más que respiro. La fiebre me amenaza y martilla en mis sienes. El dolor me desgarra. Se me confunden los sentidos. Las ideas se me nublan. Los órganos se niegan a cumplir su función. Las piernas no me sostienen. Los pies se resisten a caminar. Y esta angustia, este desosiego, esta intranquilidad…
  Como un animal herido se retira hacia su guarida, me veo obligado a dejar el centro de la plaza de la vida para encerrarme en este cuarto y caer sobre esta cama. A tan limitado horizonte, se me ha reducido para mí el ancho mundo. Me siento como un presidiario.
  ¿Es esto vivir? Vivir es moverse, ejercer un papel, ser útil para algo. Hasta hace poco, yo era alguien importante con quien había que contar en el trabajo, en la recreación, en el barrio, en la familia. Ahora la vida sigue y sigue, pero sin cantar conmigo. En cambio yo no puedo vivir sin contar con los demás. Hasta para cambiar de postura necesito las manos sacrificadas de los míos. Los míos: ¡qué buenos son! Hacen todo lo que pueden y más de lo que pueden. Pero es tan poca la realidad: El enfermo soy yo. Y yo sólo tengo que padecer la enfermedad.
  La vida es anhelos e ilusiones: Tenía tantos proyectos y planes tan risueños que hacían la lucha diaria por la vida. De repente se me han caído de las manos, hechos pedazos como una vajilla de cristal rota. Ya no me ilusionan ni me importan. Toda mi atención está centrada en este dolor, en estos órganos que no marchan, y mi único deseo es curarme.
  La vida es fuerza y seguridad. Hasta ayer tenía una salud de hierro. De repente una arenita, una nada ha venido a demostrar que los pies del gigante eran de barro. Mi vida era un río impetuoso. La enfermedad, como una acequia repentina, me ha convertido en un hilito de agua, amenazado de ser tragado por la tierra reseca. ¡Qué poca cosa!
  Al llegar la noche me pregunto: ¿Veré la luz del día? Al amanecer me digo: ¿Llegará mi noche antes de la noche? Y esta angustia, esta nausea, este dolor: ¿hasta cuándo? A veces, desesperado llamo a la muerte que corte de una vez este vivir muriendo.
  La vida, sin embargo, es tan amable, y el deseo de vivir tan fuerte que me agarro como un náufrago a su tabla, a la vida que aún tengo. Pero yo no soy el que dispongo de mi vida, ni soy yo el dueño de la muerte. Sólo tú, Dios mío, eres Autor de la vida y Señor de la muerte. Tú eres la felicidad. Cuando quiero vivir, cuando invoco la muerte, es a ti que invoco y a quien llamo: ¿No me oyes? ¿Hasta cuándo seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro, Señor?

Conversemos entre todos:
1.      ¿De qué maneras podemos decir que la enfermedad es daño en el cuerpo y la mente o el espíritu?
2.      ¿Cuáles son las causas de las enfermedades, al nivel personal, social, económico, político?
 
Palabra de Dios. Marcos 2,1-12: El paralítico sanado y perdonado
3.      ¿De qué fue sanando Jesús al paralítico?
4.      ¿Qué es lo que nos llama la atención de este acontecimiento?

Hoy nosotros: Unir siempre el cuerpo y el espíritu
5.      ¿Qué enseñanzas sacamos de esta curación de Jesús?
6.      Según esta reflexión, ¿cómo vamos reaccionar cuando estamos enfermos y actuar cuando visitamos enfermos?

Rezar con el Salmo 39: Oración de un enfermo que reconoce su pecado.



2ª guía: DIMENSIÓN SOCIAL DE LA ENFERMEDAD


Diálogo inicial: La dimensión social y positiva de la enfermedad. Leamos la reflexión siguiente:

TESTIMONIO DESDE LA ENFERMEDAD

  Yo he visto pasar muchas veces la enfermedad a mi lado. Pero, experimentar en uno mismo la enfermedad es otra cosa. ‘Como de lo vivo a lo pintado’, hoy el enfermo soy yo.
  ¡Ay, este cuerpo! Tan dócil y sumiso que ni lo sentía, se me ha desbocado como si lo montara un jinete desconocido. El corazón parece que se me sale del pecho. Jadeo más que respiro. La fiebre me amenaza y martilla en mis sienes. El dolor me desgarra. Se me confunden los sentidos. Las ideas se me nublan. Los órganos se niegan a cumplir su función. Las piernas no me sostienen. Los pies se resisten a caminar. Y esta angustia, este desosiego, esta intranquilidad…
  Como un animal herido se retira hacia su guarida, me veo obligado a dejar el centro de la plaza de la vida para encerrarme en este cuarto y caer sobre esta cama. A tan limitado horizonte, se me ha reducido para mí el ancho mundo. Me siento como un presidiario.
  ¿Es esto vivir? Vivir es moverse, ejercer un papel, ser útil para algo. Hasta hace poco, yo era alguien importante con quien había que contar en el trabajo, en la recreación, en el barrio, en la familia. Ahora la vida sigue y sigue, pero sin cantar conmigo. En cambio yo no puedo vivir sin contar con los demás. Hasta para cambiar de postura necesito las manos sacrificadas de los míos. Los míos: ¡qué buenos son! Hacen todo lo que pueden y más de lo que pueden. Pero es tan poca la realidad: El enfermo soy yo. Y yo sólo tengo que padecer la enfermedad.
  La vida es anhelos e ilusiones: Tenía tantos proyectos y planes tan risueños que hacían la lucha diaria por la vida. De repente se me han caído de las manos, hechos pedazos como una vajilla de cristal rota. Ya no me ilusionan ni me importan. Toda mi atención está centrada en este dolor, en estos órganos que no marchan, y mi único deseo es curarme.
  La vida es fuerza y seguridad. Hasta ayer tenía una salud de hierro. De repente una arenita, una nada ha venido a demostrar que los pies del gigante eran de barro. Mi vida era un río impetuoso. La enfermedad, como una acequia repentina, me ha convertido en un hilito de agua, amenazado de ser tragado por la tierra reseca. ¡Qué poca cosa!
  Al llegar la noche me pregunto: ¿Veré la luz del día? Al amanecer me digo: ¿Llegará mi noche antes de la noche? Y esta angustia, esta nausea, este dolor: ¿hasta cuándo? A veces, desesperado llamo a la muerte que corte de una vez este vivir muriendo.
  La vida, sin embargo, es tan amable, y el deseo de vivir tan fuerte que me agarro como un náufrago a su tabla, a la vida que aún tengo. Pero yo no soy el que dispongo de mi vida, ni soy yo el dueño de la muerte. Sólo tú, Dios mío, eres Autor de la vida y Señor de la muerte. Tú eres la felicidad. Cuando quiero vivir, cuando invoco la muerte, es a ti que invoco y a quien llamo: ¿No me oyes? ¿Hasta cuándo seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro, Señor?

Conversemos entre todos:
1.      ¿En qué sentido podemos decir que la enfermedad tiene una dimensión social?
2.      ¿Qué puede aportar el enfermo a los demás?

Palabra de Dios. Mateo 8,1-4: La reintegración del leproso en la Comunidad
3.      ¿Por qué razones invitó Jesús al leproso curado a presentarse a los sacerdotes?
4.      ¿De qué manera se puede comparar el pecado a la lepra?

Hoy nosotros: Recalcar la dimensión social de la enfermedad
5.      ¿Qué mensajes sacamos de esta reflexión?
6.      ¿De qué manera distinta vamos a vivir para evitar y enfrentar las enfermedades?
      
Rezar el Salmo 22, el mismo que Jesús rezó en la cruz.



3ª guía: LA ENFERMEDAD PRECURSORA DE LA MUERTE


Diálogo inicial: Enfrentar a la muerte sin hipocresía. Leamos el testimonio siguiente:

BENDICIÓN - TESTIMONIO DE UN PADRE ANTES DE MORIR

  Ha llegado ‘la hora’, Señor: la hora de pasar de este mundo a tu casa, la hora de comulgar personalmente al misterio pascual de tu Cristo, la hora de la pasión y de la resurrección, la hora de ofrecerte la cosecha de mi vida.
  Quisiera en esta hora, Señor, dejar a mis hijos lo mejor que sembraron mis manos, lo mejor que cosecharon mis brazos, y quitar de su herencia la cizaña que se escapara de entre mis dedos.
  Estos son mis hijos, como cedros que crecieron mucho en su juventud. Estas son mis hijas como columnas angulares de un templo fuerte. Estos son mis hijos, el don que tú me diste, como flechas tensadas en mi arco, con que me aliaba cuando era fuerte en la vida.
Señor, he cumplido tu mandamiento primordial ‘crezcan y multiplíquense’. He amado, Señor, a mi esposa con un amor noble de varón entregado, y juntos hemos conseguido agrandar tu obra creadora. Así, gracias a ella, he venido a ser padre creador, como tú ya fuiste y ordenaste a todo ser humano que fuera. He alimentado después a mis hijos hasta hacer de cada uno un hombre y una mujer, dejándole en herencia una tarea. Así continuarán tu obra y la mía, como tú quisiste con el primer hombre.
  Hijos míos, son mis obras completas. He plantado árboles, he tenido hijos. Eso basta. Es tarea de hombre. Mi memoria les dejo, mi mandamiento les doy: ‘Amen al Señor, mi Dios y a su Hijo, Jesucristo. Sean hijos de la Iglesia. Respeten mi herencia cuando me cierren los ojos. Conserven de mí lo bueno y olvídense de lo malo que yo hiciera. Cuiden de su madre desamparada en esta hora y pónganla, cuando muera, junto a mí’.
  No admitan entre ustedes la discordia: Nacieron de un mismo seno. No rompan esa unidad. Ámense los unos a los otros como su madre y yo los hemos amado, y como nos ama a todos el Padre de todos, nuestro Señor Dios.
  Multiplíquense en hijos, y continúen nuestra obra, a su madre y a mí, como hemos continuado la de nuestros padres. Trabajen multiplicando los talentos que, en herencia, les dejo. Yo me marcho de viaje: Trabajen durante mi ausencia.
  Hagan siempre la justicia y no aplasten al pobre. Tengan mucho o tengan poco, siempre habrán quienes tengan más y quienes tengan menos. Pongan la obra de sus manos al servicio de los demás y no admitan el egoísmo: Tengan en el banco una cuenta corriente para todos.
  Sean hombres libres y mujeres dignas que ninguna pasión los encadenen por largo tiempo. Acepten en esto la corrección del hermano y el perdón del sacerdote. Sean humildes entre ustedes y pobres ante Dios. En todo tiempo obedezcan al Señor y marchen por sus caminos. En todo tiempo conserven este testamento y guárdenlo en su corazón.
  Ahora, Señor, ‘según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz’, porque mis hijos han visto tu salvación que has presentado ante todos los Pueblos: Tu Cristo, luz para alumbrar a las naciones y gloria del Pueblo de los pobres.
  Es hora de mi muerte: Visita, Señor, a esta mi Iglesia doméstica. Guárdala contra el maligno. Que tus ángeles custodios la defiendan y que tu bendición venga sobre nosotros, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Conversemos entre todos:
1.      ¿Por qué nos parece mejor reconocer la gravedad de una enfermedad mortal?
2.      ¿Qué sentidos positivos podemos encontrar al hecho de la muerte?

Palabra de Dios. Juan 12,23-26: La vida es como una semilla que da frutos en la misma muerte
3.      ¿Qué es lo que quiere enseñar Jesús con la comparación del grano de trigo que cae en tierra y muere?
4.      ¿En qué sentido fue la vida de Jesús parecida al grano de trigo muerto y vivificador?

Hoy nosotros: Morimos como hemos vivido
5.      ¿Qué nos quiso enseñar Jesús tanto con la comparación del grano de trigo como con su propia muerte?
6.      ¿Cómo nos ayuda esta reflexión e entender el sentido de la muerte y de toda la vida?
7.      ¿Qué mensaje sacamos de esta reunión para el acompañamiento de los moribundos?

       Rezar el Salmo 31: ‘Padre, entre tus manos pongo mi espíritu’, rezado por Jesús en la cruz.



 Segunda  parte :
 PROFUNDIZACIÓN,  REFLEXIONES  Y  APORTES  DE  LA  FE.


A. ORACIÓN ANÓNIMA inscrita en la pared de un hospital

‘Yo había pedido a Dios la fuerza para alcanzar el éxito,
            Pero él me hizo débil afín de que aprenda a obedecer humildemente.
Yo había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas,
            Pero él me dio la enfermedad para que pueda hacer cosas mejores.
Yo había pedido a Dios la riqueza para poder ser feliz,
            Pero él me ha dado la pobreza para que pueda ser prudente.
Yo había pedido a Dios el poder para ser apreciado por los hombres,
            Pero él me dio la debilidad para que experimente la necesidad de Dios.
Yo había pedido a Dios un compañero para no vivir solo,
            Pero él me dio un corazón para que pueda amar a todos mis hermanos.
Yo había pedido a Dios cosas que pudieran alegrar mi vida,
            Pero he recibido la vida para que pueda gozar de todas las cosas.
Yo no he tenido nada de lo que he pedido,
            Pero he recibido todo cuanto había esperado.
Casi a pesar de mí mismo, mis plegarias no formuladas han sido aceptadas,
            Por eso, yo soy entre los hombres el más ricamente colmado.’

B. LA ILUMINACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

            A veces una evangelización alienante ha hecho pensar que la enfermedad y el dolor eran algo bueno. No es así: La enfermedad y el dolor no vienen de Dios sino de la naturaleza pecadora del ser humano. Ahora, también hay que decir que, al no poder escapar de la enfermedad y del dolor, podemos sacar de este mal un bien, si lo aceptamos y asumimos como medios para comprender el sentido de la vida, de las relaciones humanas y de nuestra identificación a Jesucristo muerto y resucitado.

  1. En el Antiguo Testamento
      En la Biblia encontramos varios textos que nos ayudan a entender el dolor. Los más numerosos se encuentran en el libro de los Salmos.

a). Unos textos significativos
-     Génesis 3,19: ‘Eres polvo’: Somos seres limitados. Somos seres limitados: Humildad. Frágiles.
-        Levítico 8,10: Bendecir cosas.
-        Isaías 53,1-5 y 10-11: El Siervo de Yahvé soportó el sufrimiento por nosotros. Sus heridas nos han curado.

b). Los Salmos: Son numerosas las oraciones de los Salmos que retoman la realidad de la enfermedad y del dolor.
-        4: Confianza en medio de la desolación.
-        6: Oración en el dolor.
-        13: ¿Hasta cuándo, Señor?
-        22: Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (rezado por Jesús en la cruz).
-        25: Alivia mi angustia, Señor.
-        30: Acción de gracias por la superación de un peligro de muerte.
-        31: En tus manos pongo mi espíritu (rezado por Jesús en la cruz).
-        38: Oración en la desgracia.
-        39: Súplica de un enfermo que reconoce su pecado.
-        41 y 42: Oración de un enfermo abandonado.
-        51: Piedad de mí, Señor, borra mi culpa.
-        61: Oración de un desterrado.
-        63: Deseo de unión total con Dios.
-        71: Súplica de un anciano.
-        88: Oración de un enfermo que se acerca a la muerte.
-        90: Señor, tú eres nuestro refugio.
-        102: Lamentación en una enfermedad grave.
-        107: Canto de acción de gracias.
-        138: Te doy gracias con toda mi alma.
  1. En el Nuevo Testamento

a). Jesús vino a asumir, aliviar y transformar el dolor.
Al encarnarse en la naturaleza humana, Jesús no conoció la enfermedad, pero sí el dolor humano, y mucho más duramente que la inmensa mayoría nosotros.

1.      Jesús asumió el dolor humano:
-        Aceptó la incomprensión de sus familiares, de sus discípulos, de sus paisanos de Nazaret y de los Judíos en general.
-        Sufrió la persecución de las autoridades judías y romanas: Un juicio injusto, las calumnias, las torturas (corona de espinos, golpes, burlas, camino a la cruz, crucifixión). De esta manera quiso solidarizarse con todos los torturados a muerte de todos los tiempos.
-        Mateo 26,26-29: ‘Este es el cáliz de mi sangre…’ 26,42: ‘Padre, que se haga no mi voluntad, sino la tuya’. 25,36-40: ‘Estuve enfermo y me visitaron’.
-        Sintió la soledad, el miedo a la muerte, la duda en la fe, el abandono de Dios (Mateo 27,46), de una manera más intensa que cualquier de nosotros.

2.      Jesús fue muy cercano a los que sufrían:
Jesús utilizó signos para curar: tierra, saliva, tocando, imponiendo las manos.
-        Mateo 5,4: Bienaventurados los que lloran porque serán consolados.
     8,14-17: Jesús cargó con nuestras enfermedades.
     11,28: Vengan a mí los que están agobiados y los aliviaré’.
     16,15-20: Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
-        Marcos 2,1-12: Sana a un paralítico de sus pecados y de su enfermedad.
     6,3: Curaban de posesión con una unción de aceite.
     6,13 y 16,20: Imposición de las manos.
     8,22-26: Sana a un ciego.
     16,1: Embalsamar a los muertos.
     10,34: El buen samaritano.

3.      Jesús combatió el dolor humano
Ahí están sus innumerables milagros para aliviar y suprimir el dolor humano. Así demostraba que el Reino de Dios se hacía presente en esta novedad de una vida sin enfermedades. He aquí algunos:
-        Mateo 8,5-13: Jesús sana al servidor del capitán.
     8,1-4: Sana a un leproso.
     9,18-22: La mujer que tocó la vestimenta de Jesús.
     9,27-31: Sana a 2 ciegos.
     15,29-31: Sana a varios enfermos.
-        Lucas 4,38-39: Sana a un cojo.
     9,1 y Marcos 10,1: Unción de curar enfermedades y dolencias.
     6,6-11: Sana a un hombre a la mano seca.
     17,11-9: Sana a 2 leprosos.
     13,10.17: Sana a una mujer jorobada.
-        Juan 9,1-7: Sana a un ciego de nacimiento.
     5,1-9: Sana al paralítico de Betasaida.

4.      Jesús sabía que el sufrimiento y la muerte no tendrían la última palabra:
-        Lucas 23,43: ‘En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso’.
     23,46 ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’.
-        Juan 10,10: ‘He venido para que tengan vida en abundancia’.
     12,24: ‘Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da muchos frutos’.
     11,4: ‘Esta enfermedad no es para la muerte, sino para que Dios sea glorificado’.
     Juan 11,25: Yo soy la resurrección y la vida.

b). Los apóstoles continuaron la misión de Jesús
-        Hechos 3,1-10: Los apóstoles sanan a un cojo en el templo.
            4,27: Jesús, el Ungido, o sea Mesías o Cristo.
            7,59: ‘¡Señor, recibe mi espíritu!’
            28,7-10: San Pablo cura a enfermos.
-        Romanos 8,22-23: La creación en dolores de parto. ‘Pienso que los padecimientos de esta vida no son nada en comparación de la gloria que nos espera’.
            8,31-35: ‘Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?’
-        Hebreos 1,9: Consagración real (1 Samuel 9,16 y 10,1).
-        Colosenses 1,24: ‘Completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo’.
-        2 Corintios 1,21. Efesios 4,30; 1,13: Penetrado por la PD. Sentido de la verdad. Consagración: Profetas.
            4,10-18: ‘Llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Cristo, para nuestro bien’.
.           12,9-10: ‘Estoy contento de mis debilidades, para que la fuerza de Cristo esté sobre mí’.
-        1 Juan 2,27: Unción con el Espíritu Santo.

Frente al dolor, a la enfermedad y la muerte, la rebeldía negativa nos hace violentos, agresivos, amargados. A la luz de Cristo sufriente, muerto y resucitado podemos transformar lo malo de la enfermedad en algo positivo para nosotros y de los demás. La fuerza de su resurrección y de su Espíritu habita en nosotros y es semilla de una nueva vida.



 GUÍAS  PARA  REFLEXIÓN  EN  GRUPO.

 


4ª guía: NUESTRA IDENTIFICACIÓN CON CRISTO MUERTO Y RESUCITADO



Diálogo inicial: Las enseñanzas de la enfermedad. Leamos la oración siguiente:

ORACIÓN CRISTIANA (del Hermano Carlos de Foucauld)

Padre mío, me abandono a ti. ¡Haz de mí lo que quieras!
Lo que hagas de mí, te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo
Con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo
Y porque, para mí, amarte es darme, entregarme en tus manos
Sin medida, con una infinita confianza,
Porque tú eres mi Padre. Amén.

Conversemos entre todos:
  1. Mediante la enfermedad, ¿con quiénes nos podemos identificar?
  2. ¿De qué maneras la enfermedad nos acerca a los demás?

Palabra de Dios. Colosenses 1,22-27: ‘Completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo’.
  1. ¿Qué es lo que más nos llama la atención de esta lectura de San Pablo?
  2. ¿Por qué afirmó Pablo que ‘completaba en su carne lo que faltaba a la pasión de Cristo?

Hoy nosotros: Nuestros sufrimientos y nuestras enfermedades pueden ser muy útiles.
  1. ¿Cuándo podemos aplicar la expresión de San Pablo a nosotros y a los enfermos?
  2. ¿Qué mensaje sacamos para consolar, con mucho tino, a los enfermos?

Rezar el Salmo 43: ‘Hazme justicia, oh Dios y defiende mi causa’.



5ª guía: EL GRANO DE TRIGO QUE DA MUCHOS FRUTOS



Diálogo inicial: Aprender a mirar la enfermedad de otra manera. Leamos el testimonio siguiente:

ORACIÓN ANÓNIMA
‘Yo había pedido a Dios la fuerza para alcanzar el éxito,
Pero él me hizo débil afín de que aprenda a obedecer humildemente.
Yo había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas,
Pero él me dio la enfermedad para que pueda hacer cosas mejores.
Yo había pedido a Dios la riqueza para poder ser feliz,
Pero él me ha dado la pobreza para que pueda ser prudente.
Yo había pedido a Dios el poder para ser apreciado por los hombres,
Pero él me dio la debilidad para que experimente la necesidad de Dios.
Yo había pedido a Dios un compañero para no vivir solo,
Pero él me dio un corazón para que pueda amar a todos mis hermanos.
Yo había pedido a Dios cosas que pudieran alegrar mi vida,
Pero he recibido la vida para que pueda gozar de todas las cosas.
Yo no he tenido nada de lo que he pedido,
pero he recibido todo cuanto había esperado.
Casi a pesar de mí mismo, mis plegarias no formuladas han sido aceptadas,
Por eso, yo soy entre los hombres el más ricamente colmado.’

Conversemos entre todos:
  1. ¿Qué aspectos positivos podemos sacar de la enfermedad y del dolor al nivel humano?
  2. ¿Qué aspectos positivos podemos sacar de la enfermedad y del dolor al nivel cristiano?

Palabra de Dios. Isaías 52,13 al 53,12: El Pueblo de Dios y Jesús son el Siervo sufriente.
  1. ¿Por qué aplicó el profeta Isaías al Pueblo de Dios esta profecía del Siervo sufriente?
  2. ¿En qué sentido podemos aplicar a Jesús esta profecía de Isaías?

Hoy nosotros: El Pueblo es los Pobres es el actual Siervo sufriente.
  1. ¿De qué manera podemos aplicar al Pueblo de los Pobres de América latina esta profecía de Isaías?
  2. ¿Qué mensajes sacamos para nosotros en relación con nosotros y los enfermos?

Rezar el Salmo 43: ‘¿Qué te abate, alma mía, por qué gimes?



 Tercera  parte :  COMPROMISOS  Y  TAREAS.


            Frente a la enfermedad, los compromisos y las tareas son muchos, con uno mismo, con los demás, con los enfermos y los que sufren, y también con la organización social.

A. CONVERSIÓN PERSONAL

            Tal vez la primera tarea sea con uno mismo: Convertirnos, o sea mirar de otra manera la vida, la fe, los demás, las actividades personales, la profesión, la solidaridad. No podemos vivir sin sentido, despreocupándose de todo y de todos. Somos una sola familia, muy dependientes unos de otros y de la naturaleza. Vivir consiste en enfrentar todos los retos y desafíos que se nos presenten, a todos los niveles: material y corporal, mental y espiritual, social y religioso, personal y colectivamente. La realidad de la enfermedad nos desafía a todos para enfrentarla, combatirla y lograr asumirla para superarla, al ejemplo de Jesús.

B. ALIMENTARNOS MEJOR

            La mayoría de nuestras enfermedades provienen de nuestra mala alimentación. Podemos comer bien con poco dinero. Además no gastaremos en médicos y medicamentos.
-        Descartemos grasas y aceite, bebidas gaseosas y alcohólicas, café y cacao, carnes, cigarrillos, … y
-        Consumamos alimentos que contienen las vitaminas más necesarias a una buena salud: apio, espinacas, habas, lechuga, lentejas, acelga, rábano, zanahoria, pepino, tomate, manzana, uva, naranja,…
-        Comamos alimentos sanos: Miel, arroz integral (porque la semilla es la más nutritiva), azúcar negra, maíz, legumbres, frutas, pan integral, carne de soya, quinua, hierbas medicinales, …
-        Realicemos y promovamos la confección de ‘Huertos familiares’, hasta en la misma ciudad.
-        Conservemos las sobras de legumbres y frutas para hacer abono natural.

C. DIMENSIÓN COLECTIVA DE LA VIDA
            El gran pecado mortal de nuestros tiempos es el individualismo. Equivocadamente, pensamos que solos podemos salir adelante: Esto es el gran engaño: Solos nos perdemos. Solamente juntos podemos salir adelante. El motivo de esto está en nuestro Creador: Dios es trinidad y nos quiere ver vivir en Comunidad, tal como él es Comunidad.
            Reflexionemos y recapacitemos. Todos somos religiosos, porque creemos en Dios o en un Ser superior. Ser cristianos es conocer a Dios tal como nos lo reveló Jesús, o sea, como Trinidad. Ser cristianos es vivir en Comunidad: Si nos pertenecemos a algún grupo cristiano y alguna Comunidad, ¿podemos decir que somos cristianos?
            En Comunidad vamos a conocer mejor a Dios, seguir mejor a Jesús, entender mejor a los demás, enfrentar mejor las dificultades, superar mejor las enfermedades,… en una palabra vivir mejor.

D. LUCHAR CON ESPERANZA CONTRA TODA ENFERMEDAD
            Hemos visto cómo la enfermedad tiene sus aspectos negativos y positivos. Lo más significativo es el ejemplo de Jesús. Las enfermedades no son una fatalidad: Jesús las combatió con eficacia. Él nos quería manifestar que la construcción del Reino pasa por la lucha contra la enfermedad. Además la lucha de Jesús contra la enfermedad le causó la enemistad de las autoridades que lograron condenarlo y crucificarlo. Es que, en tiempos de Jesús, como ahora la enfermedad era el resultado de un sistema que marginaba, explotaba a los pobres y les condenaba a enfermedades mayores.
            Hoy también, la enfermedad tiene gran parte de su origen en un sistema que acumula riquezas, poderes y privilegios en las manos de unos pocos, a costa del empobrecimiento creciente de la mayoría. Nuestra lucha contra la enfermedad va tener varios frentes:

-        El frente personal: Mejor alimentación y mejor vida para uno mismo. Lucha personal, por una parte, para ayudar a los demás a comer y vivir mejor. Lucha personal, por otra parte, para mejorar las relaciones entre vecinos y para mejorar la vida en sociedad y las relaciones sociales.
-        El frente colectivo: Solos, la tarea es demasiado grande. Unámonos a instituciones y grupos que luchan por estos mismos ideales.
-        El frente espiritual: Al ser activos en la Comunidad cristiana, nos preocupamos por los enfermos en un doble compromiso. Por una parte, buscamos aportarles un consuelo espiritual y, por otra, luchamos también entre cristianos para combatir las causas de la enfermedad, personalmente y colectivamente, como acabamos de verlo.

E. DESARROLLAR LA ALIMENTACIÓN Y MEDICINA NATURALES
            Cada vez más se está cuestionando la manera moderna de comer y de curarse. Al mismo tiempo, cada vez más, se reconoce el valor de la comida a base de hortalizas y frutas, y, al nivel medicinal, el poder de las plantas para curarse más acorde a las necesidades del cuerpo humano. Por estas razones,
-        Valoremos a los curanderos, sobadores y shamanes, y su visión de la naturaleza, de la vida, de la fe.
-        Tengamos una alimentación vegetariana, comenzando de a poco y conociendo las plantas nativas que nos alimentan y conservan en buena salud.
-        Conozcamos, conservemos y cultivemos las plantas medicinales. Y ayudemos a otros a entrar en esta nueva y mejor vida.

F. AGARRARNOS DE JESUCRISTO
            Nuestra fe nos ayuda a descubrir cuál es la armonía que Dios quiere para todos.

  1. El Génesis 1-2 nos abre a esta armonía para poder vivir sanamente, en buena convivencia, respetando la naturaleza y logrando la comunión con Dios:
-        Armonía con uno mismo, valorando y desarrollando nuestras capacidades.
-        Armonía con los demás, respetándonos, uniéndonos y enriqueciéndonos mutuamente.
-        Armonía con la naturaleza, que tenemos que ‘cultivar y cuidas’ (2,15).
-        Armonía con Dios, que es el resultado de lo anterior.

  1. Jesús vino a confirmar y reencontrar este proyecto de armonía de Dios: Lo llamó el Reino. El Reino retoma los 4 espacios descritos en el Génesis:
-        Dignidad personal: Jesús valoró a cada persona dándole oportunidad para levantar, unirse a los demás y seguir adelante.
-        Convivencia fraterna: El mandamiento de Jesús es que ‘nos amemos los unos a los otros’, organizadamente.
-        Valoración de la naturaleza: Las muchas parábolas de Jesús parten de su experiencia con la naturaleza.
-        Comunión con Dios: Jesús nos reveló que quien nos busca es Dios mismo, si tenemos un corazón abierto, generoso y valiente.
Jesús es el gran curandero de la humanidad, ayer mediante sus milagros y su manera de vivir y morir, hoy a través de nosotros y nostras, si entramos en su proyecto del Reino.

G. SOLIDARIDAD CON LOS ENFERMOS
            Nuestra solidaridad con los enfermos va a tomar varios caminos mediante las visitas:

  1. La amistad: es el primer paso: Visitamos a los enfermos para hacernos más amigo. La amistad será el primer y el mejor de los medicamentos. Por esto, conversar es la primera necesidad. Algún regalo, que puede ser comida, es siempre el bienvenido.
  2. Las plantas medicinales: Es otro regalo, barato y eficaz. Muchas veces, el mismo enfermo conoce plantas que lo ayuden a curarse.
  3. La Palabra de Dios: La dimensión de la fe va a ayudar a reencontrar el sentido de la vida y de la salud. Es importante elegir bien la lectura que se va a leer.
  4. La comunión eucarística: Es el complemento que da a sentir a Dios, su presencia, su cariño y su fortaleza. Para esto se prepara un pequeño lugar bien arreglado y adornado. Los pasos a seguir pueden ser los de la misa: Oración del Padrenuestro, gesto de la paz, petición de perdón, comunión, acción de gracias y oración-bendición con imposición de las manos, con cantos apropiados.
  5. La lucha personal y colectiva contra la enfermedad, al nivel tanto familiar como social.



ANEXO: Lecturas bíblicas para visitas con comunión


Mensaje: Hacer comulgar a los avances del Reino inaugurado por Jesús en su resurrección.

Lecturas bíblicas:
-        Juan 6,51, 54-56: Jesús, Pan de vida.
Juan 6: Soy el Camino, la verdad y la vida.
Juan 14,23: Al que me ama, moramos en él.
Juan 14,27: Les dejó mi paz.
Juan 15,4-5: Permanezcan en mí como los sarmientos.
-        1 Corintios 11,26: Cada vez que hacen esto, proclaman la muerte del Señor.
-        1 Juan 4,7-12: Dios ama primero.
1 Juan 4,14: Hemos conocido el amor de Dios.
-        Romanos 8,34-38: Quién podrá apartarnos del amor que nos tiene Dios.
-        Santiago 5,13-17: Sentido de la unción.
-        Mateo 5,3-12: Bienaventuranzas.
Mateo 8.5-13: El paralítico curado física y espiritualmente.
Mateo 11,28-30: Vengan a mí y los aliviaré.
-        Marcos 10,46-50: Curación del ciego.



 GUÍAS  PARA  REFLEXIÓN  EN  GRUPO.


6ª guía: COMBATIR ORGANIZADAMENTE LA ENFERMEDAD


Diálogo inicial: Valorar la medicina natural
1.      ¿Qué servicios nos presta la naturaleza?
2.      ¿Cómo nos ayuda la naturaleza para curarnos?

Palabra de Dios. : La multiplicación de los panes. Como ovejas sin pastor.
3.      ¿A partir de cuántos panes y pescados hizo Jesús la multiplicación de los panes?
4.      ¿Cómo se realizó la repartición de los panes y pescados?

Hoy nosotros: Organizarnos para combatir la enfermedad
5.      ¿Qué nos quiso enseñar Jesús con la multiplicación de los panes?
6.      ¿Cómo podemos aplicar las enseñanzas descubiertas hoy para combatir las enfermedades?

Rezar el Salmo 7: Dios escucha el grito de aquel que se siente abandonado.


7ª guía: LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS

Diálogo inicial: Sentido de la imposición las manos
1.      ¿Qué servicios y beneficios nos prestan las manos?
2.      ¿Por qué razones imponemos las manos a los enfermos?

Palabra de Dios. Hechos 28,7-10: Curaciones realizadas por San Pablo.
3.      ¿De qué manera curaba Pablo a los enfermos?

Hoy nosotros: La doble dimensión de la evangelización, material y espiritual.
4.      ¿Qué nos enseñan las prácticas de Pablo y de Jesús con los enfermos?
5.      ¿Por qué no podemos limitarnos a la evangelización espiritual?
6.      ¿Cómo vamos a desarrollar este servicio a los enfermos?

Rezar el Salmo 27: Junto a Dios no hay temor.



ORACIÓN DE ABANDONO DEL HERMANO CARLOS DE FOUCAULD



Padre mío, me abandono a ti. ¡Haz de mí lo que quieras!
Lo que hagas de mí, te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo
Con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo
Y porque, para mí, amarte es darme, entregarme en tus manos
Sin medida, con una infinita confianza,
Porque tú eres mi Padre. Amén.